sábado, 3 de octubre de 2009

La primavera y las abejas.

I- La Primavera y las Abejas








 Con el ocaso del invierno los días comienzan a llenarse de luz y acontece la primavera, que significa primer verdor, ha pasado el equinoccio que trae el despertar de la naturaleza y su expansión, los días van siendo progresivamente mas largos y cálidos y las noches más cortas, soplan vientos más suaves que abanican los campos floridos y los pájaros cantan con júbilo, es la estación media, e inspira alegría. La vida entera parece vibrar en una perfecta conjunción de armonía y color, las aves exhiben sus más bellos plumajes y las plantas crecen con todo su vigor, ha llegado el momento de alimentarse y reproducirse.


                                                                             Fotografía: Cortesía de Marcela Rey.

 Las abejas; con su exacerbada sensibilidad reconocen de inmediato la aparición de estas señales: terminan las lluvias, los períodos de luz son más prolongados, sus ojos se ven estimulados por colores más brillantes y la calidez junto al aroma del entorno las inspira a salir de sus nidos a sobrevolar los campos en busca de alimento. Los primeros vuelos de las abejas son casi rituales de desintoxicación y son llamados vuelos de sanidad o de limpieza, donde aprovechan de eliminar todos los desechos y depurar sus propios cuerpos, puesto que estos insectos, ávidos de pulcritud, no se permiten el hecho de excretar dentro del nido y retienen sus excrementos por tiempos muy prolongados, y si es necesario durante todo el invierno.




 Los primeros primordios florales tienen su aparición; y van dilatando sus sumidades hasta alcanzar la madurez de la flor, los sacos nectarios que reposan en la base del Gineceo ahora están colmados de jugoso néctar y las anteras de los estambres están pletoricas de diminutos y brillantes granos de polen. Las abejas, estimuladas por este panorama son llamadas a las flores atraídas por sus colores y olores. Estas son las abejas más viejas de la colonia a excepción de la reina y muchas de ellas son las últimas pecoreadoras del verano pasado, que reinician sus labores una vez más, acopiando incansablemente las primeras provisiones de la nueva temporada, brindando con su último esfuerzo el impulso necesario pera el renacer de la colonia.


                                                                                    Fotografía: Marcela Rey

 Mientras transcurría el invierno, la familia reposaba en un estado de semilatencia, el número de sus integrantes era muy reducido y las labores dentro del nido se resumían en el ahorro de las reservas de alimento, mientras que la reina rendía el índice más bajo de ovopocición y los individuos machos o zánganos fueron eliminados en el otoño pasado, el flujo cada ves más intenso de polen y néctar estimula a la Reina a reanudar su postura con una sorprendente dedicación llegando a depositar, según se estima hasta 2500 o 3000 huevos diarios, lo que equivale mas o menos a dos o tres veces su propio peso. Mientras, las labores de construcción dentro de la colmena se agudizan y las nuevas abejas constructoras ahora dotadas con sus glándulas cereras comienzan a construir con esmero y sin reparos, sobre cada sitio utilizable dentro de la cavidad del nido. En etapas tempranas de la primavera existe una tarea aún más urgente que la propia construcción; la restauración y el aseo de los sitios que se fueron vaciando durante el invierno, estos constituyen panales ya usados que son necesarios habilitar para ser rehusados y son de un inestimable valor, pues la construcción de nuevos panales demanda mucha energía y esfuerzo por parte de las abejas. De esta forma las abejas empiezan a limpiar y a remodelar el antiguo nido librándolo del polvo, de las exuvias de las larvas que van quedando en las paredes y fondo de los opérculos y del polen enmohecido. La colmena, guiada por ese espíritu de lo natural se organiza constantemente para ratificar su existencia y la primavera es el tiempo del renacer, de florecer, de fecundar, de avanzar, de sembrar y de construir.





II-La venida de los Zánganos.


 La primera generación de abejas nuevas nace antes de la aparición del primer zángano, la colonia se asegura con esto ciertas garantías que son insoslayables y dígase” la perfecta salud de los zánganos” dependientes absolutos de los cuidados de las abejas jóvenes o nodrizas. Estos bribones y transitorios habitantes de la colonia, son temporeros de la buena vida, solo ven la luz en las épocas de glorias de los grandes flujos nectarios, en el justo momento en que tienen que dar su única batalla por la vida, transmitir la herencia de la Monarca a otra, fecundándola. Los zánganos son individuos de grandes dotes, cabe decir: muy especializados en la función que deben realizar, para esto el espíritu de lo natural los ha provisto de grandes ojos y fuertes patas, la intensa vellosidad de su cuerpo nos habla de una sensibilidad muy aguda a los sentidos del tacto y el olfato, muchos de estos tricomas o pelos son quimiorreceptores muy sensibles capaces de ubicar a una reina virgen por su olor y seguir su rastro en el aire, el gran volumen de sus ojos da cuenta de un aparato visual muy potente capaz de divisar a una reina a muchos metros de distancia y a pesar de parecer torpes en su vuelo, es todo lo contrario, sus alas son mas fuertes y vigorosas que las de la reina y obreras, para dar un ágil vuelo a su gran peso corporal. El cuerpo del zángano no es más largo que el de la reina, pero si más ancho que el de estas y las obreras.




 Los zánganos son los individuos machos de la colmena, nacen de un huevo que la reina se abstiene de fecundar en virtud de un curioso evento llamado partenogénesis, mediante el cual se activa el proceso de desarrollo embrionario de un huevo, sin que halla tenido lugar la fecundación, por eso; aunque su morfología sea distinta a la de su reina madre, su dotación de genes es la misma en condición haploide, siendo así prácticamente un clon de esta, que transmitirá fielmente todas sus características. Los huevos de zánganos son depositados e incubados en una celda especial más amplia y profunda llamada celda zanganera, las crías de los zánganos son alimentadas copiosamente por las abejas y el tiempo de su desarrollo larval de 25 días, es más largo que el de las obreras y las reinas. Cuando su desarrollo se completa, emergen de la celda asistidos por las abejas nodrizas y son acicalados, protegidos y alimentados por estas directamente, su aparato bucal esta diseñado solo para recibir el alimento que las abejas con sus pequeñas trompas le depositan, y esta es la cláusula de su vida; pues cuando culmine su tiempo no podrán alimentarse por si mismos y morirán.

 Los zánganos mientras son útiles gozan de una total inmunidad diplomática, son los individuos más ruidosos de la colmena, pueden entrar y salir de cualquier colmena con todas las garantías que su condición le confiere, sin ser atacados, ni maltratados por las abejas, no son ajenos, no son considerados como amenaza, no tienen ni necesitan estructuras defensivas ni cestillas en las patas para transportar el polen, tienen que ser numerosos y fuertes, tienen que estar disponibles, tienen que fecundar a las reinas en una acción impecable, certera, mortal y definitiva que asegure su continuidad en el tiempo.




Para los apicultores la aparición de los zánganos les anuncia el buen tiempo, la época del laboreo más intenso de las abejas, la dilatación y el crecimiento, donde las poblaciones siguen una progresión exponencial de desarrollo, tanto en el volumen de la zona de cría y de almacenamiento, como en la cantidad de sus individuos, y es la señal de que pronto acontecerá algo extraordinario; la reina antigua dejará la cimiente de su sucesora por nacer y partirá junto a una parte importante de las abejas a fundar otra colonia, otro espacio donde seguir existiendo. A este acontecimiento vital que renueva las poblaciones de abejas y deja espacio seguro y aprovisionado a las jóvenes generaciones venideras se le denomina Enjambrazón y es uno e los espectáculos más notorios e impresionante en la vida de las abejas. Por otra parte; cuando las abejas empiezan ha echar a los zánganos fuera de las colmenas, se niegan a alimentarlos, y los cuerpos muertos de estos yacen en la tierra, en la vecindad de los nidos, mientras otros agonizantes se arrastran temblorosos y descoordinados por el suelo, es la señal inequívoca de que el flujo de néctar ha disminuido o terminado. El zángano que no pereció dando su valioso esperma, muere ahora por inanición.
Ya no son necesarios.







III-La Enjambrazón.




 El termino Enjambrazón se aplica cuando una colonia de abejas abandona su colmena para establecerse en cualquier otro sitio formando una nueva colonia, la familia que emigra mientras está a la deriva y que puede hacer múltiples escalas antes de ocupar un sitio definitivo donde establecer su morada, se le denomina Enjambre y está compuesto por una reina fecundada y por una legión de varios miles de abejas con sus estómagos llenos de miel para el viaje.



 Cuando la curva de la primavera está En la cresta de su apogeo y las colonias empiezan a crecer con rapidez creciente, aumentando el numero de todas las dotaciones, o de abejas progresivamente más numerosas, en todas las etapas de su laboriosa vida, y el índice de sus nacimientos es muy superior al de su mortalidad, cumpliendo perfectamente sus funciones de recolección, de construcción, de almacenamiento y organización de las reservas, y al mismo tiempo; La reina depositando cientos de huevos durante todas las horas del día; Las limitantes espaciales dentro de la cavidad del nido empiezan a ser notables, ya las abejas han construido y ocupado cada rincón posible, surge una situación de conflicto, de estancamiento, que se traduce sencillamente, a que las abejas y la reina empiezan a competir por el espacio, cuando la más sana relación que puede existir entre las abejas y su progenitora es de total cooperación y no de competencia por los recursos. Están entonces en una situación adversa, hay un obstáculo, es preciso una medida drástica, un salto. Es la imagen del rió que rompe el dique, la energía que debe fluir, de repente se estanca y aparece una tensión que precipita el cambio, el dique cede y la energía se libera con fuerza y vuelve a haber prosperidad y salud. Las condiciones objetivas para el cambio surgen de la contradicción que generan los parámetros de -condiciones externas favorables- como un buen flujo de néctar, disponibilidad de agua y óptimas temperaturas; en contraposición con -condiciones internas desfavorables- como poco espacio y muchos individuos por unidad de área, nacidos y por nacer. Si tenemos en cuenta que las reinas depositan 2500 huevos diarios y la colonia es saludable, 21 días después habrán 2500 abejas más, y al otro día habrán 2500 mas, lo que sugiere que cada dos días habrán un kilogramo más de abejas para ocupar el mismo espacio (1kg de abejas equivale aproximadamente a 5000 abejas o un poco más) cuando una parte de la colonia con su reina lista para continuar su postura deciden migrar a otro sitio se alivian todas estas tensiones por deducción maltusiana, se colonizan nuevos espacios y puede continuar sin obstáculos la Expansión.



 También, producto del grado de saturación de las abejas dentro de la cámara, la reina se ve atosigada por el cúmulo de sus congéneres a su alrededor y se debilitan las señales químicas producidas por las feromonas reales, que son las que mantienen la unidad y cohesión en la familia, esto insita a las abejas a erigir celdas reales como sucede cuando la reina no está presente.



 Pero no nos engañemos tratando de dilucidar las causas por las cuales las abejas enjambran sin tener en cuenta que la enjambrazon es un instinto, razón por la cual aún teniendo espacio ilimitado para seguir construyendo, igual enjambran, a la colonia de abejas hay que verla en su totalidad como un ente sólido, consolidado y con uno de los historiales evolutivos más exitosos de entre los organismos vivos. La colonia de abejas es en su totalidad un organismo vivo, que en muchos aspectos en nada se diferencia de los demás: intercambia materia con el ambiente, se alimenta y sirve de alimento a otros, acumula energía, se defiende de sus agresores, resguarda su territorio, tiene un nicho bien definido, se enferma, y como todo organismo vivo también se reproduce, es decir; Da lugar a otros organismos vivos semejantes. La enjambrezon es el proceso de bipartición del núcleo de una colonia de abejas, es una instancia crítica de concepción y multiplicación, se produce un nacimiento y por eso ocurre cuando las condiciones externas sean tan favorables que garanticen el éxito de las colonias hijas. Este acontecimiento es la base de la expansión de la abeja de la miel por todos los continentes de la tierra, haciendo notar que el hombre la ha ayudado a cruzar los océanos y los istmos montañosos.

 Hagamos a groso modo una descripción de los eventos que tienen lugar dentro de la colonia en las etapas previas a la partida de las abejas hacia su próxima morada. Ya sabemos que afuera sobra el alimento. Las abejas notan que la reina pierde tiempo tratando de encontrar celdas vacías donde depositar sus huevos y se pasea agitada por los panales buscando afanosa donde poner sus proles, es frecuente ver en tales circunstancias mas de un huevo en cada celdas, éstas celdillas que se van desocupando, son rápidamente ocupadas y a las abejas no les resulta fácil encontrar sitios libes donde depositar sus carga .Como no existe lugar donde construir mas panales, las generaciones de abejas en edad de construir se hacen pecoreadotas prematuramente, lo que intensifica el flujo de recolección acentuando más la competencia por el espacio útil, tal densidad de población provoca un ascenso de la temperatura dentro del nido, lo que obliga a las abejas a salir formando cúmulos ociosos que cuelgan como racimo en la entrada de las colmenas que parecen estallar.




 Es cuando entonces, en los extremos más bajos de la zona de cría, las abejas comienzan a criar a las futuras reinas, construyendo para ellas una celda muy particular: vertical y alargada unos dos cm (cuando está operculada). A veces cuando la situación es emergente, transforman en celda real a cualquiera que les parezca, el único requisito indispensable para que nazca reina es que dentro exista un simple huevo fecundado o una larva de menos de tres días de nacida no partenogénica, que será alimentada abundante y exclusivamente con Jalea Real durante toda su vida, mientras que las obreras y los zánganos después de estos tres días de desarrollo larval se alimentaran de polen y miel. Como garantía para un mejor criterio de selectividad, las abejas se aseguran de criar con igual dedicación no solo a una, sino a múltiples de estas aspirantes a reinas, de las cuales una deberá convencer a la colonia por combate e muerte con sus adversarias que es la mejor entre todas, y solo esa quedará. Las abejas nacidas reinas, por naturaleza tienen un antagonismo congénito por sus similares, no tolerando la presencia de sus pares con celo absoluto.

 Durante mucho tiempo se pensó que las abejas reinas no tenían aguijón, pues es posible manipularlas confiadamente con las manos desnudas, sin ser picados por ellas; pero lo cierto es que sí lo tienen, incluso más potente y con más veneno; lo curioso de esto, es que solo lo usan contra otra hembra con capacidad reproductiva, es decir, otra reina. Pero todo esto está aún por suceder, solo cuando las celdas reales están próximas a eclosionar y poco antes de que nazcan las jóvenes reinas, las abejas y la reina madre comienzan a prepararse para su partida, primero un grupo de abejas exploradoras inspeccionan las zonas aledañas buscando posibles lugares donde asentarse y una vez ubicado este sitio, comienza la agitación, todas las abejas expedicionarias repletan sus abdómenes de miel, se acumulan ruidosamente a la entrada del nido y se elevan en remolino formando un verdadero torbellino viviente sobre el sitio que ya no será más suyo, con total desapego y resolución abandonan el lugar donde nacieron y por el cual, entregarían inevitablemente sus vidas. La nube de abejas se desprende del nido, sube y se orienta, luego, con un movimiento aerostático, lentamente se aleja.

 Pero el antiguo nido no-queda en la desolación ni la tristeza, solo pasaran dos semanas mas, para que otra joven y briosa reina reanude la postura, en el enjambre partieron casi todas las abejas voladoras, que son las antiguas, las que pecorean; Pero dejaron suficientes reservas de alimentos para que la próxima generación pueda desarrollarse óptimamente sin ningún grado de estrés por carencia de nutrientes. Las abejas que nacen dejan libres sus celdas y estas son remodeladas escrupulosamente esperando la postura.






 Horas después de la partida del enjambre las jóvenes reinas roen con sus mandíbulas los bordes del opérculo y salen; de inmediato se organiza sobre ella un sequito de nodrizas que la examinan meticulosamente, limpiándola y alimentándola con su dosis de jalea real, al principio se mueve sin coordinación, se retuerce temblorosa y pareciera que estuviese mal; pero esto no es mas que una gimnasia para concienciar sus músculos, un calentamiento de rutina. Después de un rato se la ve ágil como “loba”recorriendo el nido en busca de posibles rivales que eliminar. De cierta manera las abejas advierten a reinas incompetentes y ellas mismas la eliminan evitándole a las reinas fuertes, peleas innecesarias y posibles accidentes y solo después de haber advertido de la supremacía de una de ellas, se abalanzan contra la perdedora, despedazándola sin piedad. La reina escogida está en su etapa de estro, en ella van madurando sus órganos sexuales y se pasea por la colmena anunciando con su particular olor, que ya está aquí, lista para fecundarse. A los pocos días se va acercando a la entrada del nido, luego hace salidas cortas cada vez más prolongadas; y de un momento a otro, vuela lejos en busca de los zánganos. Los pormenores del apareamiento y la cópula se verán después. Baste decir ahora, que durante este proceso, la reina acumula espermios para toda su larga vida útil, cientos de millones de células germinales masculinas o espermatozoides activos provenientes de hasta veintitantos machos, son la carga genética de infinitas posibilidades de renovación que trae esta reina en su prolongado abdomen, es el único gran y valioso acopio de material que esta especial Obrera hace en toda su vida, y lo atesora en sus entrañas. Cuando esta empiece a poner huevos no se detendrá hasta morir o que la maten. La reina ha regresado de su último vuelo nupcial... en pocos días se verán en el fondo de los opérculos oscuros, los minúsculos y delicados embriones de nuevas abejas, que nacerán 21 días después y al mes estarán pecoreando. Pueden darse situaciones en que la reina retarda su postura, pero estas son excepciones que seguramente obedecen a circunstancias muy particulares. También puede suceder que la reina no acopie suficiente esperma durante su fecundación, en cuyo caso empezará su postura a tiempo y con buen ritmo, pero pronto se agotará el contenido de su espermateca y solo podrá concebir después de esto a puros zánganos. Pero estos infortunios son pormenores, son eventos fallidos, son la excepción y en ningún caso regla.



 La situación del enjambre que partió será diferente, pues su reina está fértil y madura. Seguramente hicieron escala en la rama de un árbol, pero una vez ocupada la nueva morada empiezan con urgencia las actividades de construcción de los panales y crecen aceleradamente conformando el nuevo nido con cera blanca y limpia en muy poco tiempo, Simultáneamente la reina reanuda su postura y en cuestión de pocas semanas será una colmena fuerte



 Y es así que en el nido antiguo, donde todo está construido y con reservas suficientes de alimentos, predominaran las crías, y las abejas jóvenes incapaces de pecorear; y en contraposición complementaria, en el nuevo nido por construir, predominarán las abejas adultas capaces de construir y pecorear pero carece de crías. Es por eso que la dinámica del desarrollo no se rompe, las dos partes tienen que recuperarse de algo que carecen, pero ese algo esta asegurado de antemano en un estado potencial, y al expresarse naturalmente, restituye el defecto y devuelve el equilibrio al sistema en el tiempo más breve posible.

 La familia que se queda, no tiene reina fértil, pero si abundante cría en todos sus estadios, la familia que migra carece de crías, pero tiene a la reina fértil capaz de poner huevos de inmediato. Las abejas pecoreadoras que una vez fueron tan numerosas en la colmena progenitora, que parecían sobrar, fueron capaces de asegurar por una parte las reservas de alimento a la joven familia incapaz de conseguirlo, así como de construir la morada donde continuar junto a su reina la génesis de un nuevo nido.






A veces, cuando las condiciones son muy buenas, y la población es demasiado numerosa, puede presentarse una situación en que las colonias aprovechan ese impulso y enjambran una segunda o tercera vez más. A estos enjambres posteriores y que sueles ser menos poblado cada vez, se les reconoce como Enjambres secundarios; la dinámica de estas menores familias es un poco diferente y no siempre tienen éxito. Sucede a los pocos días de la partida del enjambre primario, cuando las condiciones dentro de la colmena aún no son las óptimas, (exceso de población y poco espacio), y cuentan con numerosas celdas reales maduras, se han registrado hasta 60 celdas reales en una colonia. La primera de estas reinas que logre salir del capullo sana, será la que comandará el segundo enjambre, ella es la única alternativa de consolidación de esta arriesgada maniobra de formar otra familia, y si fracasa, ese grupo de abejas no durará mucho tiempo.



 Las garantías de supervivencia de los Enjambres Secundarios dependerán en primer lugar; de la suerte que corra la reina. Esta esperará que se ejecuten las primeras labores de ubicación, construcción y acondicionamiento del nido y luego irá a cazar zánganos para colectar esperma, si algo llegase a sucederle ya sea siendo presa de un entomófago, o de un mal apicultor, o si pierde el rumbo, o si la sorprende una tormenta, todo habrá acabado para esa bisoña familia, pues no podrán criar a otra nueva reina; su destino será muy probablemente criar solo zánganos hasta el colapso. Si la reina logra con éxito su misión, la colonia prosperará y podrá aprovecharse de los flujos tardíos y sobrevivir.

 Y en un segundo lugar, él numero de abejas deben ser suficientes: Por debajo de cierta masa critica y sin un apoyo externo, la reducida cantidad de abejas no podrán construir lo suficientemente rápido como para satisfacer las demandas por el espacio, y una reina fecundada muy poco puede hacer por eso, se verá a una reina joven y fértil derrochando su extraordinaria capacidad reproductiva, depositando huevos por todos lados, que no podrán criar. Tampoco podrán aprovechar las últimas disponibilidades de néctar para soportar las carencias del invierno, y morirán.

 En el proceso de la Enjambrazon intervienen cláusulas de selección muy eficientes que enriquecen con una renovación continua la multiplicidad genética de las poblaciones de abejas, así como la dinámica de su demografía a nivel poblacional. De esta manera la abeja se desplaza, y se va adaptando con notable flexibilidad a los nuevos ambientes que coloniza, siendo parte imprescindible de todos los ecosistemas donde predominen las plantas con flores, desde que estas existen.




 Como es obvio la enjambrazon es un fenómeno inherente a las abejas, por tanto está determinado por la expresión de ciertos genes que son de extrema importancia para que la abeja subsista. Para los criadores de abejas, este fenómeno constituye un verdadero problema que demanda medidas prácticas y oportunas con el fin evitar la perdida del material vivo. Los criadores en su afán por seleccionar y mejorar las razas de abejas para la producción, van buscando en ellas cualidades tales como; La resistencia o tolerancia a las enfermedades, la buena productividad, la mansedumbre, la capacidad de aseo, y también, como una cualidad negativa”la tendencia a enjambrar”. El protocolo más simple que se ejecuta, es el de eliminar a la reina de la colmena marcada como enjambradora - pero ¡cuidado! Las colmenas enjambran cuando son sanas y fuertes; podríamos estar destruyendo por una valoración prejuiciosa, una cepa extraordinariamente buena. Hay que tener mucha prudencia en estos manejos y monitorear los nidos dando más espacio y destruyendo las celdas indeseables, o aprovechar ese momento fecundo en beneficio propio y multiplicar el número de sus colmenas productivas.


Hay una tendencia a pensar que las celdas reales que las colmenas crían, conocidas como celdas de enjambrazon son de mala calidad y es mejor destruirlas antes que utilizarlas para instituir un núcleo o nueva familia artificial, pero lo cierto es que estas futuras reinas han sido escrupulosamente seleccionadas, cuidadas y alimentadas por las propias abejas, por tanto, que crédito podrían tener tales argumentos. Pero claro: siempre es más fácil y seguro confiar en los métodos y la experiencia de un buen criador de reinas y comprárselas.









IV-Las Colonias Zanganeras.


 Ya sabemos que para que una abeja nazca reina deben cumplirse al menos dos primicias fundamentales: que la larva en cuestión no exceda los tres días de desarrollo y que no sea haploide, de origen partenogénico o de zángano. También hay que tener en cuenta que no son pocos los riesgos que una reina enfrenta en el intento por fecundarse y siempre está latente la posibilidad de que muera por cualquier adversidad como la de ser un exquisito bocado para un ave o una avispa, por ejemplo.

En cuestión, una familia se considera zanganera cuando en ellas solamente se crían zánganos, es decir, individuos machos. Esto únicamente puede ocurrir porque a la reina se le ha agotado las reservas de semen para fertilizar los huevos, o no está presente.

 En el primer caso estaría dado por una fecundación ineficiente e incompleta en el momento del vuelo nupcial, o por algún cambio brusco de temperatura que inactivara a los espermatozoides, o por condición natural de vejes de ésta; lo que se traduce en que esta reina ya no es capaz de fertilizar sus huevos y por ende serán todos zánganos.

 En el segundo caso las abejas advierten que la reina no está presente y pronto se preparan a criar a una futura reina, aún tienen tiempo suficiente; puesto que las abejas se percatan de la ausencia de su reina a las pocas horas de no estar ésta y lo hacen notar tornándose más irritables y bulliciosas. Aun están disponibles las últimas posturas de la desaparecida reina, que demoran tres días en eclosionar. Las abejas pierden la posibilidad de criar a una futura reina a los 6 días después que depositó sus últimas posturas. Por tanto, la colmena va a tener una ultima oportunidad de criar a su reina, pero ¿ qué pasa si este intento falla? El resultado es sorprendente. Dentro del nido no existe reina, pero empieza a verse huevos por todos lados en gran cantidad, con un patrón caótico de varios por celda, en las paredes de las celdas, y todos son de zánganos.

 Las obreras y la reina a diferencia de los zánganos se desarrollan a partir de un huevo debidamente fecundado y ambas son hembras, entre las dos compendian una madre perfecta, excesivamente fecunda y con un desvelo congénito por su descendencia; pero si las vemos por separado nos damos cuenta que la reina puede depositar cientos de miles de huevos en su vida, pero nada hace por alimentarlos ni protegerlos, esta imprescindible labor le corresponde a las obreras que elaboran el alimento y lo suministran, limpian, ordenan, y mueren por defender su nido, pero sus órganos sexuales están inhibidos y son incapaces de procrear. Las abejas obreras y la reina, complementan a un ente femenino muy organizado, por un lado la reina presenta el sistema reproductivo exacerbado o potenciados con órganos sexuales muy desarrollados y eficientes, sin embargo, su sistema nervioso no es tan significativo como el de las obreras que tienen que lidiar con muchísimos mas estímulos durante su corta vida y que son al final las que crían y mantienen. Pero esta condición que hace que permanezcan inhibidos los órganos sexuales de las obreras, sucede en virtud de la acción de ciertas hormonas que la misma reina produce y que son fundamentales para el buen funcionamiento de la colonia, en este caso, cuando la reina no está, el agente inhibitorio desaparece y los rudimentarios ovarios de las hembras obreras vuelven a expresarse y desarrollan huevos, que obviamente no estarán fecundados, y serán todos de zánganos.

 Los días de las colonias Zanganeras están contados, y una vez que acontece es muy difícil revertirlo, las primeras generaciones de zánganos que nazcan podrán competir con los zánganos de las colonias normales y alguno tendrá la posibilidad de transmitir su herencia como ultimo suspiro antes de la extinción, pero con el tiempo las abejas envejecerán y morirán y no podrán ni siquiera seguir criando zánganos.

 Para los apicultores las colonias zanganearas no tienen ningún valor y puede verse como catastrófico, pero por lo general, en condiciones normales y practicando bien la apicultura los índices de zanganerismo son muy bajos, de cualquier manera se podría pensar, que el hecho que otras colonias no se vuelva zanganeras, depende también de que hayan buenos zánganos y hasta el momento no hay reportes que argumenten la inferioridad reproductiva de los zánganos criados por colonias zanganeras.

domingo, 22 de marzo de 2009

Breve Historia de la Apicultura





BREVE HISTORIA DE LA APICULTURA

Incontables son los volúmenes de páginas, que en esta larga y rica historia de la relación del hombre con la abeja de la miel, se han escrito. Es imposible saber con exactitud en que momento ocurrió esta comunión, empecemos por quien llegó primero.




I. Origen de las abejas




 Para empezar a hablar sobre el origen o la aparición de las abejas en la tierra, debemos situarnos en una edad geológica aproximada a los 200 millones de años en el pasado, cuando transcurría la mitad de lo que ha sido denominado como era Mesozoica, más exactamente y con quizás un error de unos pocos millones de años, en el periodo Jurásico (200-150 millones de años), cuando supuestamente no existían aún las Abejas. Pero sí se conoce de la presencia de una cierta diversidad de insectos, que venía evolucionando desde edades más tempranas de nuestra tierra, se estima que los insectos más antiguos tienen su aparición allá por el período devoniano de la gran era paleozoica, hace aproximadamente 400 millones de años, cabe constar que son uno de los grupos de animales más antiguos y los más diversos y numerosos desde que apareció la vida en la tierra. Una pequeña pero significativa muestra de estos, se han encontrado en estados fosilizados en estratos pertenecientes a dichas épocas; la biblioteca de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, cuenta dentro de su vasta colección de fósiles petrificados de invertebrados, con un ala de libélula de 30 cm de largo, lo que presupone la huella de un Anisoptero del tamaño de una gaviota. Recientemente, se han descubierto vivas algunas especies que ya habían sido descritas por sus registros fósiles y que por demás se creían extintos; como es el caso de “El Gladiador”, ejemplar del género Mantophasma descubierto en los montes de Namibia, por el entomólogo alemán Oliver Zompro. Otro caso reciente ha sido el descubrimiento del Drycocelus australis en la isla Balls Piramid a 600 kilómetros al nordeste de Sydney en Australia: este curioso ejemplar de mantis o insecto de palo se tiene como el más raro que se conoce, pues mide nada menos que 20 cm de largo y 1,5 cm de ancho, por lo que se ha comparado con una “salchicha con patas” por sus propios descubridores.


Entre los entendidos en la materia y a merced de los datos que se han analizado, existe el consenso de que las abejas evolucionaron a partir de un grupo de avispas, probablemente de la súper familia Sfecoideas. Por los estudios de morfología comparada se han determinado similitudes morfológicas, y por ende, conductuales, que apuntan a que el grupo de las Apoideas (abejas) evolucionó o se escindieron de algún tipo de sfecoides que no se conoce en nuestros días.


En esta remota época los bosques se empezaron a expandir por toda la superficie terrestre con un amplio predominio de coníferas, helechos arborescentes, briofitas y cicadófitas, pero no existían aún las plantas con flores, vasculares, antofitas o angiospermas, condición indispensable para el desarrollo de las abejas y melipónidos.




Los estudios de paleobotánica sitúan la aparición de las antofitas a finales del periodo jurásico y principios del cretácico donde este grupo experimenta una notable expansión tanto en diversidad como en territorialidad, y fue así que tuvo lugar una verdadera revolución vegetal. Todo parece indicar que en la tierra primitiva de aquellas edades se precipitaron procesos geológicos extremos como bruscos cambios climáticos y geográficos, que condicionaron o dieron paso a la supremacía de las angiospermas en un lapsus de tiempo relativamente corto. Se impusieron nuevas condiciones que no fueron las mejores para la antigua flora que lógicamente comenzó a disminuir. Podría decirse que el mundo empezó a florecer. El repentino éxito de las angiospermas se debió quizás más que todo lo demás, al desarrollo de una singularidad de estructuras a partir de la modificación de ciertas hojas que devinieron en: Pedúnculo, Sépalos, Pétalos, Estambres y Pistilo, es decir: LA FLOR, que es el primordio del fruto, donde se fragua la sagrada semilla. La flexibilidad de este grupo, o dígase la capacidad de adaptarse a climas cálidos y húmedos como los que se imponían y en toda clase de ambientes fue tal, que en la actualidad cuenta en su nómina con el 90% de las especies del reino vegetal que se conocen agrupándose en dos grandes Clases: las Dicotiledóneas y las Monocotiledoneas.





Hablemos de la flor en términos genéricos, la flor antigua propiamente dicha y en el grado más simple; grande, con simetría radial, dialisépala, dialipétala, y con el ovario supero, sin entrar a dilucidar en la inmensa diversidad de ellas y la manera en que se agrupan para formar las fragantes y vistosas inflorescencias. Seguramente esa diversidad vino después como resultado de relaciones ínter específicas con otros agentes biológicos en beneficio mutuo, creando un pacto de interdependencia absoluta. Imaginemos a nuestra avispa sfecoide, que tenía que cazar para alimentarse, existiendo sobrada materia jugosa y proteica a su disposición, el néctar y el polen. El grano de polen cuenta en su composición con mas de un 40% de proteína activa y otros elementos nutritivos, y el néctar con toda una gama de azúcares simples, vitaminas y oligoelementos: una dieta fina, completa y relativamente fácil de obtener.


Estamos en el Cretácico Temprano a 150 millones de años de la actualidad en un lugar del gran Godwana quizás en lo que corresponde hoy al África Central donde la avispa X descubre a la flor. Posiblemente se hizo de un nicho depredando a otros organismos sobre las flores antes de que paulatinamente fuera modificando sus hábitos alimenticios. Las angiospermas le deben en gran medida a los insectos su exitoso devenir, estos son potenciales polinizadores, sea cual sea la razón por la cual merodeen las flores. Los primeros polinizadores parecen haber sido pequeños coleópteros y lepidópteros, individuos fitófagos y que ya sabían aprovecharse de los jugos de las vesículas nectarias, transportando así el polen en su cuerpo de flor en flor haciéndolas fecundas.


Afirmar que las abejas de hoy descienden de un individuo con características de una avispa no es una mera hipótesis descabellada, por todos es conocido el grado de parentesco que hay entre estos grupos y con las hormigas y termitas; si no que además está respaldada por algunos descubrimientos de fósiles, siendo el principal de ellos, el hallazgo reciente de un ejemplar que se denominó Melitosferix burmensis, este valioso ejemplar es hoy la abeja más antigua que se conoce, es más pequeña que la abeja actual con apenas un quinto de su tamaño. Se ha conservado en inmejorables condiciones en forma de inclusión en ámbar y se estima que tiene 100 millones de años, fue descubierto en una mina del valle de Hukawng al norte de Birmania, en el sur de Asia. Lo curioso de este ejemplar es que a pesar de que tiene todas las características de una abeja tipo, también presenta otras que lo relacionan directamente con las avispas. Siendo en esencia una mezcla de ambas. El Melitosferix b establece que muchos de los rasgos propios de la abeja de hoy ya existían hace 100 millones de años, como vellosidades bifurcadas seguramente asociadas a la recolección del polen. Se han estudiado granos de polen encontrados sobre el cuerpo del Melitosferix b que arrojan aún más información acerca del nicho y el entorno en el que vivió este celebre insecto y de la flora que lo sustentaba, en ese lugar, hace 100 millones de años cuando transcurría el cretácico temprano, época en que las plantas con flores colonizaban cada lugar “ posible” sobre la tierra. Es amplio el registro de fósiles de estructuras vegetales que se atesora de aquellas edades y las posteriores, sin ir más, la palabra Cretácico viene de griego creta que significa tiza: esos “pocos” 70 millones de años que duró este periodo tercero y ultimo de la Era mesozoica y que tuvo una culminación abrupta, esta muy bien documentado y sobre todo en lo que a la Paleobotánica respecta.



Se sabe que las abejas necesitan de las flores y con ellas marca su existencia, en una relación de absoluta interdependencia, por otra parte, más y mejores serán los frutos y las semillas de las plantas cuando en sus inflorescencias laboran con su natural esmero, las abejas. De esta forma se establece un paralelo evolutivo sin precedentes condicionando a lo largo del tiempo las características morfológicas de las abejas y las flores con una notable complementariedad, como una llave y su cerradura. Las flores son el receptáculo de los órganos reproductivos de las plantas, hojas que han alcanzado un alto grado de diferenciación y especialización en pos de cumplir con la más alta eficiencia las funciones de producir los gametos masculinos y femeninos así como dar lugar al desarrollo del fruto y las semillas, algunas plantas denominadas aparsantes mueren después de haber tenido lugar la floración; su vida es un único e impecable esfuerzo por garantizar la continuidad de la especie, que se expresa en gran medida en la majestuosidad de su flor y para la cual agota toda su energía, una vez que la semilla está en la tierra, la sagrada misión queda consumada, con la continuidad de la vida. Pero nada de esto ocurriría sin que tenga lugar la polinización; el contacto del grano de polen proveniente de las anteras, coronas del estambre, portador de la célula germinal masculina; con el estigma, parte superior del pistilo donde se alberga el ovario, que una vez fecundado se desarrollará hasta convertirse en el jugoso fruto.


 



Es cierto que muchos otros insectos polinizan y con esto dieron el primer impulso al extraordinario éxito evolutivo de las antofitas y el polen también puede ser esparcido por el aire hasta el receptáculo femenino, pero las abejas son hijas de ese proceso, y a la par fueron las únicas que realmente se especializaron morfológicamente desarrollando estructuras especiales para valerse del polen y los néctares con la mayor eficiencia, su propia carga electrostática, producida por la exuberante vellosidad de su cuerpo atrae a los granos de polen, aún cuándo no haya tenido contacto físico con la flor.

                                                                foto: cortesía de Pamela Valdez Gonzalez

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=xHkq1edcbk4

Todos los demás insectos ya existían antes que ellas, pero ellas se coronaron con la creación de una sociedad perfecta y sustentable en el tiempo con un extraordinario equilibrio y especialización. Por tanto sus orígenes se remontan a la era de la expansión de las antofitas, relación que es posible constatar con precisa exactitud paleontológica porque todo el mundo conoce el ámbar; resina vegetal cristalizada. El ámbar, esconde muchos secretos de lo que fue la naturaleza antigua y es amplio el registro que se atesora de insectos e incluso pequeños reptiles que por desgracia para ellos y fortuna para nosotros quedaron atrapados en una gota de resina exudada por una majestuosa confiera en el pasado. Hoy constituyen una inestimable fuente de conocimiento y es definitivamente la prueba de algo que, por demás, supera y aplasta cualquier conjetura, la inclusión casual de organismos en ámbar provoca una deshidratación de los tejidos vivos por una hemólisis muy lenta lo que garantiza la conservación clara de las formas y las estructuras incluso a nivel molecular, como es el caso de ciertos fragmentos de material nucleico como DNA perfectamente amplificables, es un sello de garantía de sí mismo y va más allá de la certificación de los más modernos métodos radiactivos de estimación de las edades, que determina con un margen de error muy estrecho, la época casi exacta en que aquel insignificante himenóptero, tuvo su existencia sobre la tierra.


Transcurriría la segunda mitad del período cretacico cuando de repente se oscureció el cielo y la tierra se volvió a enfriar provocando una extinción masiva de especies sin precedentes dándole termino a la gran era Mesozoica con todos sus dinosaurios... y la abeja sobrevivió junto a las flores. El cataclismo dejó a la vida devastada una vez más, y una vez más ésta se abrió camino entre los tiempos, y en los siguientes 60 millones de años volvió a colonizar el mundo, con nuevas formas de mamíferos y aves, en lo que ha sido denominado como la era Cenozoica, que transcurre.












II-Historia común.




El fósil más antiguo de hombre conocido data de hace apenas unos 200 mil años y fue descubierto en el sur de Etiopía. Probablemente este ejemplar de Homo Sapiens comió miel como mono. Mucha gente piensa que es un hecho que el hombre, tal como es hoy, consciente y erecto, encontró al mundo acabado para él, ya todo estaba realizado, e incluso, la miel. Es imposible esbozar con linealidad dónde y cuándo ocurrió el hecho en que el hombre intentara domesticar o cultivar a la abeja, pero ésta estaba disponible quizás en él agujero de un árbol, o en una grieta entre las piedras, o quizás ella misma hubiese procurado domicilio cerca de la entrada de la caverna donde habitaba. En España, en un lugar de Valencia, sobre el río Cazúnta está    “ La cueva de la araña”, y en una de sus paredes, aparece inscrita la huella de una acción plástica paleolítica o pintura rupestre que representa sin márgenes de dudas a un hombre recolectando miel entre abejas a 6.000 o 9.000 años AC.


Pero pasemos por alto el capitulo del hombre paleolítico, mesolítico y neolítico, aquel ancestro primitivo y salvaje que vivía sin construir y sin labrar y crucemos el umbral de la prehistoria humana a la era de las civilizaciones y los imperios de los últimos 4.000 años: Egipto, la imponente Mesopotamia, Babilonia, Persia y la antigua China, lugares donde las comunidades interactuaban entre sí y establecían rutas comerciales entre ellas por tierra y por mar. Emergieron grandes y florecientes metrópolis, socialmente organizadas, y el tráfico de mercadería constituía fuente de grandes ganancias, así como el saqueo y las invasiones. Para esos tiempos el hombre se las había ingeniado para lidiar con las abejas y la miel era ya un producto sumamente codiciado por “los dioses y los reyes”, se han encontrado odres de barro con miel en tumbas de faraones egipcios y en restos de antiguos naufragios que datan de los Minoicos; cuando el esplendor de la antigua civilización Helénica y hablamos de tres mil años antes de Cristo y es sorprendente el grado de conservación que esta tiene. Referencias a la miel y sus propiedades podemos encontrar en innumerables textos antiguos de casi todas las culturas; los dioses de la mitología escandinava, tierra hostil para el cultivo de la vid, se embriagaban con un licor espirituoso obtenido de la fermentación de los azucares contenidos en la miel, denominado hidromiel o aguamiel; habría que ver a Thor y a Odín como celebraban por su inmortalidad 'borrachos como cuba' junto a todas sus legiones de Nibelungas y Vikingos. Gracias a las propiedades anticriptogámicas de la miel; tradúzcase como la de constituir un medio inadecuado para la proliferación de los microorganismos, era posible transportar carnes y otras especias perecibles, contenidos en ella y hasta el mismísimo cadáver de Alejandro Magno fue conservado en miel en su ultimo viaje de regreso a Macedonia, de igual forma seguramente muchas personas no tan celebres como el mencionado conquistador hizo valer este secreto. En el antiguo testamento bíblico se hace alusión a la tierra prometida por Jehová a los hijos de Israel como “tierra de uvas y miel”. En los evangelios está escrito que Juan el bautista, el que certificó a Jesús, se alimentaba de langostas y miel de abejas. En el sagrado Corán: 16:68-9 está escrito: "Tu señor le ha inspirado a la abeja: construye moradas en las montañas en los árboles y también en las estructuras que erige el hombre...” En el libro anónimo de la misma tradición Islámica de “Las mil y una noche” no son pocas las veces que aparece referida la miel como alimento o como parte de algún brebaje para la longevidad o receta de belleza y es con una porción de miel vertida en el fondo de la pesa, como la mujer de Kasin el avaro hermano de Alí Babá descubre que él había pesado oro, en el cuento de Alí Babá y los 40 Ladrones. Fueron descubiertos utensilios para separar la miel de la cera en la vecindad de los lagos Suizos, cuna del primer pueblo antiguo que se asentó y construyó viviendas duraderas. La palabra Vishnu que nombra a una deidad del extenso panteón de los Brahmanes significa “nacido de la miel”. Una de las obras más importantes construidas por los antiguos Romanos pre medievales fue la Vía Apia, carretera empedrada que conectaba a Roma con el resto de sus dependencias en casi toda la antigua Europa en el año 362 A.C., esta senda, cuyo nombre significa “camino de las abejas “ constituyó el sistema arterial del imponente imperio Romano. Cuatrocientos años antes de cristo, Aristófanes, connotado pensador del mundo antiguo escribía en uno de sus textos sobre la utilidad de la cera de abejas en el modelado de los metales. Se sabe que a todo lo largo del Río Nilo, desde los grandes lagos que lo alimentan en el corazón del África Centrooriental, hasta su delta en el mediterráneo, la apicultura trashumante era una práctica común y la miel era tasada como oro líquido. La cera de las abejas constituye la base de una infinidad de fórmulas cosméticas: con leche de cabra y miel se bañaba Cleopatra. En la actualidad se conoce que el propóleo de las abejas fue un ingrediente esencial en el proceso de momificación de los cuerpos de los faraones, al igual que la cera, y se sabía que mezclado con ciertos solventes orgánicos como la trementina o las resinas de ciertas coníferas, podía obtenerse un barniz que eternizara las piezas de madera, Si no preguntemos ¿cuánto vale un stradivarius?

Las abejas fueron usadas incluso como armas de guerra en la Edad Media donde eran lanzadas contra el enemigo con excelentes resultados. En el África occidental podemos constatar por los relatos orales que han llegado a nuestros días, en voces de congos y lucumies, la importancia de la miel: estas historias llamadas Pataquies son los relatos de los Orichas y en ellos se narra como estas deidades dotadas de pasiones como los humanos, apreciaban el Oñi popuo o la miel de abejas como una ofrenda de peso. Oshun, Oricha que encarna la voluptuosidad femenina, majestad de los ríos y los lagos de agua dulce, tiene al Oñi como uno de sus atributos y no puede faltar en sus altares. En Cuba y seguramente también en países con marcada influencia africana donde los cultos a los santos Orishas aún siguen vivos, es común la creencia que si quieres obtener beneficios de alguien debes “endulzarlo con miel”, sortilegio que se consuma después de escribir el nombre completo del afortunado en un papel, enrollarlo y sumergirlo en miel...

Códice Tro Cortesiano (fragmento)


Con el “descubrimiento”y la posterior colonización del nuevo mundo apareció otro cúmulo de antecedentes más que permiten dilucidar ya para entonces y seguramente desde hace mucho tiempo antes, el desarrollo de una apicultura arcaica. Aunque en estricto rigor, esta práctica no estaba basada en la cría del Apis melifera, puesto que esta abeja no existía en América; si no de otro tipo de abejas denominadas melipónidos, más pequeña y sin ponzoña, por lo que su cultivo ha sido calificado como maliponicultura, diferenciándose así de la apicultura. Lo cierto es que entre la vasta lista de cronistas que documentaron los enjuiciados episodios de la conquista, estaba obviamente el mismísimo Hernán Cortes, y en el "Sumario de la Natural Historia de las Indias" dice:  "Hay muchas abejas, que crían en las oquedades de los árboles y son pequeñas del tamaño de las moscas o más. Aunque estas son menores abejas que las de España, la miel es muy buena y sana, pero es morena casi como arrope...” De esta manera el temerario saqueador de Tenochtitlant, capital de los Aztecas, refirió sus impresiones con respecto a las abejas en el Nuevo Mundo. En el Códice Trocortesiano o también llamado códice de Madrid, uno de los cuatro códices Mayas que se conservan en la actualidad, parece casi evidente que la meliponicultura era una práctica que estaba más extendida y desarrollada de lo que estaba la apicultura en cualquier región de Europa en aquella época.

Pero ¿cómo llegó el Apis melífera a las Américas? Se sabe que las abejas melíferas fueron introducidas por los colonos europeos primero por América del norte, y no fue hasta 1763 que las abejas fueron llevadas a La Habana a raíz de los acontecimientos de la toma y devolución de la capital cubana por los ingleses, en esta fecha. Desde los inicios de la conquista, los españoles mostraron su interés por traer abejas desde España, pero con lo delicadas que estas son, resulta prácticamente imposible que soportaran los rigores de un viaje trasatlántico de dos o tres meses, en las bodegas de un galeón. Se sabe que hubo varios intentos fallidos por parte de las autoridades españolas de introducir abejas melíferas en sus colonias. En el archivo de Sevilla existe un documento de 1548 relacionado con un intento frustrado de traer abejas a Cuba y seguramente este merito pertenece a los Ingleses, que supieron hacer mejores barcos y utilizaban rutas más cortas para llegar a sus colonias en Norteamérica. En 1622 ya había abejas en la colonia Inglesa de Virginia y no fue hasta 1711que fueron llevadas a La Florida, que era por esos tiempos colonia de España. En agosto de 1763 los ingleses le arrebatan La Habana a los españoles, ocupación que duró sólo 11 meses, donde se llegó a un acuerdo entre las autoridades de ambas partes de intercambiar a la Florida, que era colonia de España, por La Habana usurpada por los ingleses, y bajo estas circunstancias, entró la abeja melífera en La Isla de Cuba.

En 1797 no había referencias de la presencia de la abeja melífera en México ni en otras colonias españolas de la región. Se puede comprobar que los primeros testimonios de la llegada de la abeja melífera a Centroamérica y América del sur datan de los siglos XIX y XX. En 1834 fueron llevadas a Uruguay, en 1848 a Chile, en 1855 a Argentina, 1858 a Bolivia y 1911 a Yucatán. Probablemente, la lenta expansión del Apis melífera por estas regiones, se debe a la resistencia que pudo haber tenido en aquel entonces por parte de los criadores de melipónidos o abejas sin aguijón.

Las obras más antiguas impresas en castellano en el nuevo mundo sobre la abeja europea parecen ser de dos autores cubanos; Eugenio de la Maza y Tomás Roig, ambos trabajos fueron publicados como cumplimiento a la real orden de 1795 respondiendo a un concurso donde se premiaría con dinero efectivo de la época a la persona que más aportara con una obra al mejoramiento de los métodos de crianza y explotación de las abejas, pues era mucha la demanda por cera, utilizada entonces, como único material combustible para la iluminación de las viviendas y las iglesias.







III-Desarrollo de la apicultura moderna.



Las abejas, en su estado salvaje y primordial conciben su domicilio en cavidades protegidas de los vientos, procuran un espacio vacío ya sea en un tronco seco o una grieta entre las piedras y solamente en condiciones muy particulares edifican sus nidos desnudos y a la intemperie. Su especial forma de construir ha cautivado e inspirado a diseñadores y arquitectos por la perfección de su geometría y por la eficiencia en cuanto a la optimización de los recursos con respecto a la función que realizan. La materia prima es la cera, sustancia orgánica muy particular de bajo peso específico, impermeable, y prácticamente inoxidable, que las abejas producen en edades aún juveniles de su desarrollo cuando todavía no son aptas para pecorear, y con ella van modelando minuciosamente celda a celda, siguiendo un patrón constante, inequívoco e instintivo. La forma de los nidos esta determinada según el espacio que encuentre disponible para tal, pero prefieren hendiduras alargadas verticalmente. Las abejas van edificando de arriba hacia abajo sus columnas o panales en forma de múltiples estratos ovales separados entre sí por unos estrictos 12,5 milímetros, espacio mínimo suficiente para que dos abejas estén una en cada panal contiguo sin toparse por sus dorsos. Según el espacio que tengan disponible construyen la cantidad de panales correspondientes interconectados por aberturas puentes y pasadizos que garantizan la movilidad de las abejas hacia todos los sitios del nido en cualquier época del año. Esta forma ha quedado plasmada en su herencia, porque con la evolución resultó ser más conveniente para satisfacer todas las funciones vitales para la estabilidad de la colonia. Hay que destacar que muchas de estas funciones ocurren dentro del nido: los cuidados sobre las crías, el almacenamiento, el transporte, la conservación de las reservas de polen y miel , y la termorregulación. Los alvéolos o las celdillas constituyen la unidad estructural de su construcción y conforman un conjunto de bóvedas rómbicas, perfectamente ensambladas, siguiendo un patrón matemático preciso que optimiza al máximo su función. Se dice que el primero en dar cuenta escrita de esto fue Pappus De Alejandría y cito “Las abejas... en virtud de cierta intuición geométrica sabe que el hexágono es mayor que el triángulo y el cuadrado y que podrá contener más miel con el mismo gasto de material”. Las abejas construyen sus panales como prismas hexagonales regulares apuntalados en el fondo por tres rombos inclinados respecto a la horizontal por un ángulo determinado de tal forma que almacenando la misma cantidad de miel necesite la mínima cantidad de cera para su construcción, haciendo alarde de belleza y una verdadera economía.


Se define como colmena a cualquier clase de recinto donde las abejas puedan hacer su vivienda. En la antigüedad el hombre arcaico y rudimentario no se difería de cualquier otro animal en el trato con las abejas, imaginemos al oso pardo destruyendo panales para conseguir la miel, pero con el tiempo esto fue cambiando, es cierto que aún en la actualidad todavía se practican estas maneras de cosechar panales silvestres y vemos a hombres adentrándose en la selva buscando nidos cimarrones para regresar con sus delicias a sus casas.

Ahora los panales de abejas están asociados universalmente con un caja rectangular de madera ubicados en forma de tren; pero esta simple y particular forma es sin embargo el resultado de muchos años de estudio y observación de las maneras de proceder de estos maravillosos insectos, forma que además ha tenido por consiguiente, su propia evolución. Se le denomina Apiario o colmenar al lugar donde se encuentran las colonias de abejas que el hombre usa para la producción de miel. Los primeros apiarios estaban constituidos por simples troncos huecos que eran transportados y ubicados en sitios convenientes, aún es posible ver en estos días este tipo de apicultura rudimentaria. Luego fueron evolucionando con respecto al material de su construcción pero la forma seguía siendo predominantemente cilíndrica imitando al renombrado tronco seco, y así aparecieron colmenas de barro cocido y también fueron muy celebres las colmenas de paja, éstas últimas con un aspecto más acampanado y con ciertos avances, pues contaban con panales movibles. Della Roca, en el siglo XVIII escribió un libro sobre las abejas donde argumenta que este tipo de colmena con travesaños estaba muy extendido por las islas del archipiélago griego, por tanto es posible suponer que estas colmenas eran ya conocidas por los griegos de la antigüedad. Fue muy significativo el hecho de colocar estos travesaños paralelos, quizás en un inicio esta idea fue concebida para darle mas rigidez a la estructura de paja tejida, pero posteriormente devino en un acierto al constatarse que las abejas utilizaban estas pequeñas vigas como guías para su construcción, naciendo así la noción de los panales movibles.




No fueron pocos los inventores que se dieron a la tarea de perfeccionar este sistema,  pero pertenece a Huber el mérito de haber inventado la colmena con cuadros móviles por el año 1789, sentando las bases de la apicultura racional, ya que a partir de ese momento fue posible el estudio del comportamiento de las abejas dentro del nido. En 1807 el conocido apicultor Ucraniano Prokopovitsch inventó y fabricó en gran escala una colmena de cuadros móviles, a este celebre apicultor que hizo escuela en su tierra, se le considera entre los rusos como el creador de la colmena moderna. Otro connotado apicultor fue el polaco o Prusiano Jan Dzierzon: Sacerdote, con vocación de inventor, y renombrado apidológista (1811-1906) quien logró descubrir el proceso de la partenogénesis por el cuál son concebidos los zánganos, así como la determinación, origen y utilidad biológica de la jalea real y valiosísimas observaciones con respecto a la conducta social de las abejas. Pero la culminación de toda esta gesta vino del ingenio del gran Gregorio Langstroth (1810-1895) con el trascendental invento de la colmena de cuadros móviles con techo desmontable. La genialidad de este prototipo consiste en que se pueden sacar fácilmente los cuadros de la colmena causando poco daño y molestias a las abejas, haciendo mucho más fácil el control y el manejo de las colmenas. Langstroth, También sacerdote y maestro, patentó su colmena en Estados Unidos en 1852 e ignorando los trabajos que otros apicultores ya venían realizando, logró concebir una colmena realmente inmejorable y su éxito estaba dado por el espacio dejado a las abejas en todos los lados del panal, este espacio llamado espacio de abeja, debe estar en un rango de no menos de 6 mm ni más de 9 mm, se dice que este simple pero ingenioso detalle puso a Langstroth en el podio sobre todos los demás inventores de colmenas y junto a Huber y Dzierzon son considerados con toda justicia como los verdaderos fundadores de la Apicultura Moderna. El legado de G. Langstroth no solo se limita a la creación de su colmena, sino que también dejó un formidable tratado sobre el arte del cultivo de las abejas, dando paso a lo que ha sido llamado como una revolución en la apicultura, pudiéndose desarrollar como industria a nivel global.




La obra de Langstroth resulta imprescindible y de un inestimable valor para cualquier estudioso en la materia apícola.

Siguiendo este ineludible patrón pautado por Langstroth los fabricantes de colmenas han ensayado otras modificaciones basadas en cambios en las dimensiones generales de las cámaras: díganse la profundidad, el largo y el ancho, dado por las magnitudes de los cuadros, y así surgieron modelos como los de Binghan, Heddon, Dadant, Layens y Hanzenbaker.

El único aporte realmente relevante que se hizo a la colmena después de Lagntroth, vino de la mano de Julius Hoffman (1838-1907) apicultor también polaco que se nacionalizó estadounidense, y discípulo de Dzierzon. Hoffman desarrolló el cuadro móvil espaciado, modificando los dos laterales del cuadro haciéndolos menos anchos a partir del primer tercio hacia abajo, obteniéndose así un autoespaciamiento suficiente para que circulen libremente las abejas, corrigiendo el único defecto que tenia la colmena de Langstroth; donde los cuadros colgaban libremente con una oscilación que dañaba a las abejas, de esta forma los cuadros quedan firmes y no se obstruye el movimiento de las abejas.

La colmena moderna consta básicamente de una Cámara de cría que es un cajón que carece de techo y fondo, donde están suspendidos los marcos o cuadros, al cual se le agrega una tapa y un techo impermeable por encima y se le coloca un piso removible por debajo. La cantidad de cuadros y sus dimensiones depende de cada fabricante o modelos. Para cuando la colonia entra en crecimiento se le van colocando un segundo o tercer cajón según lo requiera, que constituyen las Alzas, con igual cantidad de marcos, también se usan las modalidades de medias alzas que son cajones especiales más bajos.